Puedes creerme cuándo te digo que estaba atónita cuándo vi a Santa sentado a las orillas del lago Vuotunki mientras yo había salido a remar una tarde soleada de verano. Ahí estaba, el gran hombre en persona. Simplemente disfrutando del bonito día de verano, remojándose los pies en el lago. Tuve que remar hasta la orilla para hablar con él. Cómo te acercas a una persona tan importante, es de verdad real?
Bueno, tan pronto como Santa me vio acercarme, empezó a hablar conmigo. Me contó que había salido a relajarse un rato. Su cabaña está aquí también y es bien sabido que son lugares perfectos para relajarse. Santa tenía una caña de pescar en las manos.
– Alguna captura hoy, Santa? – le pregunté.
– No se trata de pescar, eso es simplemente la excusa perfecta para sentarme aquí y disfrutar de la tarde- me respondió, sacando la caña del agua… y no había cebo en el anzuelo, así que pescar no era precisamente su prioridad.
Me senté cerca de Santa y le pregunté si estaba disfrutando el verano, debe de ser muy agradable tener algunas vacaciones después de la ajetreada temporada de Navidad.
– Estamos bastante ocupados en la temporada de verano, los talleres de juguetes están trabajando al máximo. Algunos elfos los hemos enviado por el mundo a investigar qué clase de juguetes querrán los niños este año. Además, también nos dedicamos mucho a planear cómo llegar a todas las casas a tiempo. Por eso, un rato aquí junto al lado es perfecto para relajarse.
Nos quedamos sentados hablando durante un rato, el gran hombre y yo. Algo que Santa nunca deja pasar en verano es preparar las “vastas” para la sauna, los ramilletes de hojas de abedul que se usan en la sauna durante todo el año. En verano, cuando las hojas son tiernas y suaves, preparamos las “vastas” para el invierno próximo. Se secan, o alguna gente prefiere congelarlas. En los momentos más fríos del invierno podemos tener una brisa veraniega cuando las “vastas”, secas o congeladas, se suavizan en el agua caliente de la sauna.
Después de eso continúe mi ruta a través del lago y dejé a Santa disfrutando de la belleza del verano norteño.